En el 2018 es nombrado párroco de Pontedeume el vallisoletano don Benjamín Sevillano Gallego, quien había llegado a la diócesis de Santiago de Compostela en el año 2012. Sus misas son un vendaval de luz y música que no dejan indiferente a nadie. También está dispuesto a dejar su impronta en el mobiliario. Y ha comenzado por limpiar el viejo sagrario de la parroquial que estaba arrinconado en la iglesia de las Virtudes y que ahora reluce en todo su esplendor.
Procede de una tierra donde cualquier pequeño pueblo tiene una magnífica iglesia llena de retablos de incalculable valor, frágiles, que hay que cuidar con esmero; y a buen seguro que no parará hasta conseguir que los de Santiago de Pontedeume recobren su primitivo brillo. Sus gestiones ante la Dirección de Cultura y Patrimonio han tenido como resultado la concesión de los fondos necesarios para restaurar el retablo mayor. Es una tarea muy delicada, minuciosa, que requiere paciencia y conocimiento de técnicas avanzadas, que la empresa Techne Conservación y Restauración de Bienes Culturales tiene 6 meses para aplicar.
La restauración, realizada por José Antonio Martínez, Ana María Sánchez y Águeda Paz, bajo la dirección de Milagros Martínez Mellado, afectará también al Santiago Sedente de granito policromado. Ha partido de un minucioso análisis con radiación UV, elaboración de mapas, cartografía y obtención de datos termohigométricos; y consistirá, entre otras cosas, en su limpieza, desparasitación, eliminación de repintes, reintegración cromática, consolidación de soportes y protección.
El descanso de un guerrero
Cuando don Fernando de Andrade, conde de Villalba, ve llegar el final de sus días, se prepara para rendir cuentas. Ha vivido una ajetreada vida de soldado y político al servicio de Carlos I y vuelve sus ojos a Pontedeume, capital de su señorío, donde tiene una casa palacio de poco lustre, pero de gran valor sentimental, pues en ella había nacido y está dispuesto a morir, lo que tiene lugar en 1540, no sin antes haber hecho redactar su testamento.
Previamente ha fundado un convento de agustinos, con muchas misas que contribuyan a sacarlo de un seguro purgatorio y ha costeado la reedificación de la capilla mayor de la iglesia parroquial para que descansen sus restos hasta la eternidad. Todo ello se ha producido poco antes de 1530, año que aparece grabado en la mazonería del retablo que ha mandado colocar en ella. Cuando el arzobispo Rajoy acomete la reedificación de la iglesia, en 1758, se traslada el sepulcro situados delante de la capilla al nicho donde hoy se encuentra.
Podríamos considerar que el retablo de la capilla mayor es de estilo gótico plateresco, con tablas pintadas del ciclo de la pasión, que nos recuerda a las portadas de los edificios de dicho estilo, ciertamente no muy abundantes en Galicia. Fue afectado por el incendio de 1607, ampliado con los guardapolvos donde se colocan los escudos de los Andrade y de los Castro y sufre varias intervenciones más: sabemos que en 1684 sobre las pinturas góticas se colocan otras de tema mariano y posiblemente, con posterioridad, otra de tema jacobeo; y sabemos que a raíz de la reedificación del arzobispo Rajoy sufrió modificaciones en su parte baja.
Nuevos datos a raíz de la restauración
No hay duda de que la intervención arrojará nueva luz. Adelantemos que se ha podido acceder a los escudos empotrados en el muro este de la capilla. Uno de ellos, en el lado del evangelio, es el de don Fernando de Andrade, escudo hasta ahora desconocido, con la típica banda cruzada y las 18 banderas con flor de lis ganadas a los franceses, 9 a cada lado; y otro, en el lado de la epístola, con las armas de los Andrade, Castro, Ulloa y un cuartel con escaqueado o ajedrezado, que merece un detenido estudio, pero que en todo caso plantea la posibilidad de una intervención posterior a la realización de la capilla.
El equipo de restauración constata los efectos del incendio de 1607 con la presencia de numerosas ampollas motivadas por las altas temperatura que se alcanzaron en el incendio. Es posible que el incendio afectase a la bóveda de la capilla hasta hacer necesaria su reedificación, cuyos patrocinadores habrían colocado el otro escudo. Se constata también que los lienzos con el tema de la Natividad y Anunciación no estuvieron primitivamente donde hoy están, sino que, realizados en 1684, fueron trasladados de la parte de arriba del retablo.
Por último, al parecer, por la decoración de la mazonería y uniones, el retablo podría haber tenido menos altura, de tal manera que dejase ver los escudos de la pared. ¿Se realizaron estos cambios en la reedificación del arzobispo Rajoy? Seguramente no, pues los que trasladaron el sepulcro al nicho actual, desconociendo el escudo de Fernando de Andrade, optan por poner el de la unión de los Castro con los Andrade, lo que tiene sentido en la fachada de la iglesia, pero no en una tumba de Fernando de Andrade.
Carlos de Castro Álvarez es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid. Profesor de Geografía y Historia en el IES Breamo de Pontedeume. Cofundador de la revista Cátedra, Revista eumesa de estudios y de la editorial Espino Albar.