Les voy a dar sólo una frase: “La ley nunca puede ser un obstáculo para que exista empatía”. ¡Toma ya! La pronuncia Feijóo en Cataluña. Año 2016, en Barcelona. Había sido invitado nuevamente a participar en las jornadas anuales del Círculo de Economía. Toda su intervención es una defensa acérrima del idioma y la identidad catalana y gallega.
“Me gustaría pensar que ustedes creen que un gallego, un político en este caso, tiene actitudes y aptitudes para empatizar con la realidad catalana. Ustedes y yo formamos parte de pueblos dotados de una fuerte personalidad, venidos de una historia y diferenciada. Orgullosos de tener una lengua forjada con el sentimiento de muchas generaciones y que anhelaron durante mucho tiempo el autogobierno. Pueblos, además, a los que la geografía y la cultura los hacen cosmopolitas y europeístas. Hubo una globalización con sello catalán, hubo una globalización con sello gallego antes de que tuviera esa globalización, el apellido de universal”.
“Como gallego, sé que la identidad no es un capricho. Ni un capricho, ni un gusto malsano por molestar al vecino. Quién pierde los orígenes, pierde la identidad, cantaba Raimon, yo estoy de acuerdo. El hecho de hablar gallego o estar apegados a otras señas de identidad no implica rechazo a nada, sino amor a lo propio”.
Aquí Feijóo hace referencia a una canción en catalán de Raimon.
“Jo vinc d’un silenci” (“Yo vengo de un silencio”) Raimon dice que “quien pierde los orígenes pierde identidad”. Explica el cantautor que viene de un silencio antiguo y muy largo, un silencio que no es resignado, un silencio que romperá la gente que ahora quiere ser libre y ama la vida, que exige las cosas que le han negado. La escribió y cantó cuando Franco aún vivía como una defensa de la particular idiosincrasia catalana, maltratada por la dictadura.
Prosigue Feijóo:
“Cataluña y Galicia se convierten en estado democrático con la Constitución de 1978. A partir de ese momento, no puede afirmarse con propiedad que nuestras nacionalidades están huérfanas de Estado o que soporten un Estado que le es ajeno”. “¿Cómo hacemos que las comunidades autónomas no sean algo periférico sino nuclear? Que sea algo nuclear del Estado español. Mediante la activación de mecanismos dormidos e incluso la creación de instrumentos nuevos, hay un catalanismo y un galleguismo visibles desde luego en la transición y en la gestación constitucional. Que abogan por hacer del Estado un ariete para la modernización y un ariete para el reconocimiento de la pluralidad española”.
“La política, se basa en la capacidad humana para cambiar las cosas. No es un algoritmo. Su materia prima es la libertad, todos podemos corregir errores, y todos podemos identificar caminos y crear entendimiento allí donde solo hay desencuentro. Entiendo que para ello el primer paso debería ser liberarnos del nominalismo de la dictadura que ejercen las palabras. Conceptos que, debido a su ambigüedad, tienen una gran capacidad para desunirnos. Me pregunto, por ejemplo, si el derecho a decidir debería estar limitado a un día”. “Considero que sería saludable desterrar la demonización del que piensa o siente diferente”
¿Reconocen a este Feijóo, o es Puigdemont?
Continúa:
“Y poco saludable, también hacer exorcismos con el nacionalismo catalán. Hablamos de realidades políticas con sustento social y que expresan inquietudes que han de ser respetadas. Y han de ser armonizadas. Entre ellas no caben líneas rojas, sino que debe haber muchos teléfonos rojos con una permanente comunicación. No soy de los que considera que la existencia de una fuerza política con peso en la sociedad puede explicarse tan solo por las motivaciones personales de sus líderes. Eso es demasiado simplista. Cada fuerza política con respaldo entre la ciudadanía es una señal que la democracia emite. Puede avisarnos de realidades que no nos gusta, incluso que nos desagrada. Pero la responsabilidad de un dirigente consiste en afrontarlas. Y ver en ellas una muestra de la complejidad de nuestras sociedades. La ley nunca puede ser un obstáculo para que exista empatía“.
Feijóo fue invitado muchas veces al Cercle d’Economia de Cataluña a exponer su defensa del gallego y el catalán. En defensa de dos comunidades con entidad propia, según él. Llega incluso a decir, textual: “Pues no digo yo que el concierto catalán no tenga razón en cuanto a la demanda, porque es verdad que lo tiene Euskadi y lo tienen en Navarra”. “Es verdad que estas cosas se pueden plantear y se pueden discutir”.
¿A que Feijóo creemos, al que ha defendido durante más de una década el idioma gallego y catalán, o al que ahora pretende que no se pueda hablar en el Congreso de los Diputados? ¿Al que defiende el diálogo con Cataluña haciendo hincapié en la propia identidad catalana, que habla de nacionalidades o al que niega cualquier diálogo para llegar al entendimiento y la concordia? Es bastante contradictorio.