La historia de Guille Mayo Insua, un adolescente de 15 años de Noia, se ha convertido en un ejemplo de superación y, al mismo tiempo, en un símbolo de la falta de recursos en la educación adaptada. Casi dos años después de sufrir un grave accidente de tráfico en la Nochebuena de 2023, en el que falleció su hermano Diego, Guille intentó retomar su vida académica en el IES Campo de San Alberto de Noia, pero la falta de un cuidador a tiempo completo ha truncado su regreso a las aulas.
Un regreso que no llega
Tras meses de internamiento en la UCI del Hospital Clínico de Santiago y un periodo de rehabilitación en un centro privado de Vigo, Guille regresó a su hogar el pasado septiembre para continuar su recuperación con el apoyo de su familia. Reconocido con un grado de discapacidad del 88%, su incorporación al instituto iba acompañada de todas las adaptaciones necesarias, incluyendo un profesor de apoyo y un cuidador a tiempo completo, tal como confirmó la Consellería de Educación.
Sin embargo, el día de su incorporación, el 8 de septiembre, Guille se encontró con que su cuidador solo podía atenderlo dos horas al día, al ser compartido con otro centro educativo. La falta de atención completa ha obligado a la familia a mantener al joven en casa mientras se resuelve la situación, afectando no solo su educación, sino también su motivación y bienestar emocional.
La solidaridad de Noia
El caso de Guille ha movilizado a vecinos, docentes y organizaciones locales. Recientemente se celebró una manifestación en la alameda de Noia, en la que varios centenares de personas reclamaron la presencia de cuidadores y recursos educativos adecuados para alumnos con necesidades especiales. La problemática también llegó al Parlamento gallego, donde el diputado socialista Aitor Bouza se hizo eco de la situación.
Alexandra Pacheco, profesora del IES Campo de San Alberto, ha denunciado en sus redes sociales que “Guille debería estar cursando 4º de ESO como cualquier adolescente de su edad, pero continúa en casa sin los recursos necesarios para reincorporarse al instituto”.
La lucha diaria de un “león”
El padre de Guille, Francisco Mayo, conocido en Noia por su trabajo como taxista, ha dejado su empleo para acompañar a su hijo en cada paso de su recuperación. “Estos quince días que estuvo en clase le motivaron mucho, está esforzándose por hablar y comunicarse con sus compañeros. Que ahora le dejen sin todo esto no tiene sentido”, explica.
A pesar de las dificultades, la familia mantiene la esperanza y continúa luchando por los derechos de Guille y de otros menores en situaciones similares. La falta de un cuidador a tiempo completo refleja un problema estructural en la educación inclusiva en Galicia que sigue pendiente de solución.