El Museo Centro Gaiás, en Santiago, ha inaugurado este viernes “Unha vida viquinga”, una exposición que representa a los escandinavos como algo más que “bárbaros” y “salvajes”. La importancia del comercio, su papel como mercenarios o su conexión con Galicia son algunas de las cuestiones que explora la muestra a través de sus 120 piezas y que podrá visitarse hasta el 5 de enero de 10:00 a 20:00 horas, con la entrada gratuita.
Según ha explicado la comisaria de la muestra, Irene García Losquiño, el objetivo es “explorar cómo pudo ser una vida vikinga desde el nacimiento hasta la muerte”. Esta doctora en estudios escandinavos por la Universidad de Aberdeen e investigadora de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) es la encargada de esta exposición que cuenta con 120 piezas históricas y arqueológicas, algunas de ellas nunca antes exhibidas en España, en colaboración con museos nacionales de Suecia, Dinamarca y Francia.
A través de cuatro etapas vitales, el visitante podrá conocer a una persona vikinga a lo largo de su vida. La infancia se representa en un espacio doméstico en el que abundan elementos como pequeñas cucharas, unos patines sobre hielo o juguetes como un barco tallado en madera o una carraca. “No es común encontrar juguetes de la era vikinga en excavaciones arqueológicas o en museos”, ha asegurado la comisaria.
La juventud se plasma sobre un mapa: “Durante su juventud los vikingos hacían incursiones por el hemisferio norte en las que entraban en contacto con otras culturas”, ha explicado García Losquiño. Una espada carolingia o una piedra pictórica cedida por el Museo Nacional de Historia de Suecia son algunas de las piezas expuestas.
La etapa de la madurez se centraba en la demostración de opulencia y estatus, por lo que las piezas expuestas son broches, armas, joyas… Mientras que en la muerte se muestra un ajuar funerario de un enterramiento en barco, en el que había remaches, clavos, elementos de cocina o juegos de mesa (lo que representa la relación del fallecido con la estrategia militar).
También se presenta la recreación de un barco vikingo de más de 17 metros de longitud, diseñada por el estudio gallego Cenlitros y basada en el llamado Skudelev 5, “un barco que se encontró bajo las aguas del fiordo de Roskilde” y que era común para el uso de guerreros en sus expediciones.
Asimismo, la comisaria ha explicado que el pueblo vikingo no se limitaba a saquear y expoliar, sino que también “intercambiaba sus servicios como mercenarios en lugares como Constantinopla” e incluso llegaron a alistarse para proteger a reyes ingleses contra otros vikingos.
Conexión con Galicia
Según ha explicado la responsable, la relación entre Escandinavia y Galicia no termina con la conocida como “era vikinga”, sino que continúa hasta el sigo XII, cuando grupos escandinavos pasaron inviernos en tierras gallegas. Las piezas expuestas que muestran esta relación son un manuscrito de principios del siglo XIII que cuenta cómo cien barcos vikingos llegaron por la ría de Arousa y miles de vikingos entraron y se quedaron un año en Galicia, no solo en la costa, sino que llegaron hasta O Cebreiro.