“Habitar o baleiro”, una llamada a preservar la identidad gallega

La exposición fotoperiodística de Brais Lorenzo explora la "soledad, aislamiento, abandono y falta de asistencia" en las zonas despobladas de Lugo y Ourense

"Habitar o baleiro" | BRAIS LORENZO

“Habitar o baleiro” es una llamada urgente a dirigir la mirada hacia la Galicia interior, una región afectada por una preocupante despoblación, donde “cada persona que desaparece representa una pérdida para nuestra cultura”, como lamenta el fotoperiodista Brais Lorenzo. Esta exposición multiplataforma, que se presenta en el Museo do Pobo Galego hasta el 1 de septiembre, reúne una cuidadosa selección de imágenes resultado de más de diez años de trabajo documental del propio Lorenzo complementado con textos de los periodistas Cláudia Morán, Sergio Pascual y Lucía Abarrategui, creando una experiencia inmersiva que arroja luz sobre las historias del rural gallego. Se trata de historias no solo de pérdida, sino también de esperanza y fortaleza, mostrando “proyectos emergentes, tradiciones y personas que aún creen en un futuro para la vida rural gallega”, como explica Morán.

Brais Lorenzo, fotoperiodista ourensano con amplia experiencia en medios de comunicación, ha recogido el testimonio directo del declive demográfico y cultural en las aldeas gallegas. Él mismo tiene raíces en el pueblo de Berán, municipio de Leiro (Ourense), con una población de 174 habitantes, y entiende la importancia de documentar estas comunidades, donde “las tradiciones y costumbres se están perdiendo con el paso de las generaciones”, según describe.

En 60 años el 70% de la población ha desaparecido

“En las últimas seis décadas, la mayor parte de los concellos de las áreas montañosas de las provincias de Lugo y Ourense, como las sierras centrales que separan Pontevedra, Ourense y Lugo, la sierra del Xistral en el norte, el Macizo Central ourensano y el Macizo de Trevinca, y las sierras de Ancares y O Courellas, ha visto cómo más del 70% de su población rural ha desaparecido, con 2000 aldeas vacías”, como afirma Morán. Esto ha traído consigo un envejecimiento pronunciado de las personas y la disminución de la transmisión intergeneracional de conocimientos, tradiciones, ritos y creencias. Este proyecto, de largo recorrido y de carácter itinerante, no solo busca documentar estas realidades, sino también generar conciencia y promover a la reflexión en la propia sociedad gallega sobre el futuro de estas comunidades amenazadas por los desastres medioambientales como las sequías y los incendios.

Cláudia Morán, periodista, destaca la riqueza tanto de la narrativa visual como textual de este proyecto multiplataforma. Las imágenes se entrelazan con textos, audios, infografías y vídeos para ofrecer una perspectiva más integral de la vida rural gallega. Así se demuestra que, aunque “una imagen puede transmitir mucho, pero la combinación de diferentes medios permite contar historias más completas y profundas sobre estos pueblos, que, a pesar de estar a unos kilómetros de casa, no los conocemos tan bien como pensamos”.

 

Veciños de Chandrexa de Queixa, Ourense | BRAIS LORENZO

Como es bien sabido, el panorama no pinta bien, y el fotoperiodista cuenta que la gente que han conocido durante este largo viaje, es consciente de ello. Saben que detrás de estas personas ya mayores “no vendrá nadie y que con ellos desaparece una manera de ser, de estar y de vivir”, lamenta. “Hay una frase de un hombre mayor de Chandrexa de Queixa que me dijo: `esto rematou, virá o lobo e xabarín a comernos”. Una frase devastadora, pero que representa la situación del interior de Galicia, “pero sobre todo de las áreas de montaña, que es donde se está produciendo la despoblación de una manera más notable”, matiza Cláudia Morán.

Historias personales

Este proyecto busca capturar luces y sombras. Especialmente las luces de la gente que ha superado las adversidades a lo largo del tiempo. Como menciona Morán, “a veces pensamos conocer profundamente nuestro entorno, pero es a través de las personas que lo habitan donde realmente se aprende”.

“Las personas mayores poseen un conocimiento incalculable sobre la vida y las dificultades que han enfrentado“, relata. “Una nonagenaria contó cómo, en tiempos difíciles, su familia numerosa experimentó ausencias debido a enfermedades y fallecimientos y como mujer de la casa, tuvo que salir fuera con sus hermanos para aprender a fabricar carbón en el monte para luego carretarlo y venderlo en las aldeas cercanas”. Una vida muy dura que nos confronta con una realidad que hoy es difícil imaginar.

Esta mujer, que pasó por vacas flacas y penurias, ahora también afronta otro de los graves problemas que azotan a los habitantes del rural: la soledad. Sin embargo, los periodistas, con este proyecto, también ponen en valor la labor de personas como Pedro, “un enfermero que recorre kilómetros cada día para atender a personas mayores en aldeas remotas, proporcionando cuidados personalizados y apoyo emocional”. Una labor que no solo es vital para la comunidad, sino que también es un ejemplo de compromiso y humanidad con las personas mayores que son el vínculo con un pasado que corre el riesgo de desaparecer.

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