Marcelo Ndong: «Me consideraba gallego, no emigrante»

El documental 'Manoliño Nguema', no solo cuenta su vida, sino que le permitió conectar de nuevo con sus raíces gallegas y con su legado en Guinea
Marcelo Ndong
Marcelo Ndong

Este 1 de abril se cumple un nuevo aniversario de la llegada de Marcelo Ndong, conocido artísticamente como Manoliño Nguema, a Galicia. En 1969, con tan solo 12 años, Marcelo llegó a Ourense junto a su familia desde Ebibeyín, Guinea Ecuatorial. Años después, su historia sería recordada dentro del ámbito de la migración, marcada por la cultura, el circo y un profundo vínculo con Galicia. Parte de su vida ha sido inmortalizada en el documental ‘Manoliño Nguema’, dirigido por Antonio Grunfeld, que relata cómo un niño guineano llegó a ser de mayor una figura clave del arte y la cultura en Guinea Ecuatorial.

El documental profundiza en la conexión cultural entre Galicia y Guinea Ecuatorial. A través de su experiencia, se expone el valor de la migración como un proceso enriquecedor y transformador, a pesar de las adversidades. .

El impacto de la migración y el regreso a Guinea

Años después, en 1990, Marcelo decidió regresar a Guinea Ecuatorial, su país natal. Allí, se dedicó a trabajar en el ámbito cultural, algo que no le fue fácil en un contexto político y social complejo. “Guinea no era un país, era más bien una miseria”, recuerda Marcelo sobre su salida del país en su juventud. «Cuando volví, era diferente, el petróleo había llegado, pero eso también trajo problemas, porque no se repartió bien. Había más carreteras, más dinero, pero los problemas seguían».

El relato de Marcelo comienza con su llegada a tierras gallegas a una edad temprana. “Nos costó muchísimo adaptarnos. No éramos emigrantes, veníamos con la idea de quedarnos y formarnos aquí, pero el primer impacto fue brutal. A mí me destetaron de mi tierra y sentí que estaba perdiendo mi identidad. Tenía 12 años y todo me resultaba extraño. Pero lo que me ayudó a quedarme fue el circo. El circo fue mi salvación. Fue como un juguete que me permitió encontrarme en un lugar tan diferente», recuerda Marcelo.

“Guinea no era un país, era más bien una miseria”

Fue ya en Guinea donde su vida dio un nuevo giro inesperado. En una de sus incursiones en el cine y el teatro local, se encontró con Antonio Grunfeld, director del documental ‘Manoliño Nguema’. “Cuando llegué a Guinea, me llamaron para rodar un corto, y ahí conocí a Antonio. Lo curioso fue que, siendo yo gallego, nos encontramos cantando el himno gallego en una furgoneta en mitad de África. A Antonio le sorprendió mucho encontrarme allí, en Malabo, con mi historia y mi conexión con Galicia”, explica Marcelo.

Antonio Grunfeld, director de documental


Antonio Grunfeld, casado con una gallega y que llevaba viviendo cinco años en Malabo, al recordar ese primer encuentro, admite que cuando lo conoció le sorprendió su historia. «La coincidencia de ser gallego en Guinea Ecuatorial. Era un tema perfecto para un documental, un cruce de culturas que quería explorar”, comenta Antonio. “Marcelo no es solo un testigo de la historia, sino un puente entre dos mundos.”

‘El Circo de los Muchachos‘ y la migración positiva

A lo largo de los años, Marcelo se dedicó a formar parte fundamental de la cultura de Guinea, creando un espacio para el circo y el teatro en un país donde los recursos eran limitados. Haber formado parte de ‘El Circo de los Muchachos‘ en Galicia marcó su vida. “El circo me dio todo. Me formó, me enseñó a ver la vida de otra manera, a ser creativo, a buscar soluciones. Fue el medio que me permitió viajar, conocer a gente, aprender, y sobre todo, integrar a los guineanos en una cultura que no era la suya. Sin el circo, todo habría sido diferente”, comenta Marcelo, mientras recuerda su tiempo en Galicia.

Lo que realmente impacta de su historia no es solo su contribución artística, sino la manera en la que vivió la migración. A diferencia de muchos relatos de migración basados en la pobreza o la desesperación, el de Marcelo es una historia de retorno, de enriquecimiento personal y cultural. Aunque cuenta que esa vuelta a Guinea no fue fáci. “Llegué con la idea de aportar, de cambiar algo, pero encontré muchas barreras. A pesar de todo, pude encontrar un espacio en la cultura. La gente me apoyó, me vio como una figura capaz de traer algo nuevo», reflexiona Marcelo.

Antonio Grunfeld resalta la importancia de mostrar historias como la de Marcelo en un momento en que los discursos sobre la migración suelen centrarse en aspectos negativos. «La historia de Marcelo es un ejemplo de migración positiva. A menudo, las narrativas sobre la migración se centran en los aspectos más oscuros: la pobreza, la huida de la violencia, la lucha por sobrevivir. Pero hay otra migración, una migración que busca un futuro mejor, que está impulsada por la formación, el aprendizaje y el deseo de aportar. Marcelo representa esa migración que no es solo un escape, sino un viaje de enriquecimiento mutuo. Este documental es una forma de visibilizar esa otra migración, una migración que enriquece tanto a la persona como a la sociedad que la acoge», explica Antonio.

La Guinea Ecuatorial que no conocemos

En el documental, Antonio y su equipo se encargaron de mostrar una Guinea Ecuatorial distinta a la que normalmente se presenta en los medios. “Queríamos mostrar algo positivo de Guinea. Sabemos que la situación política del país es complicada, pero decidimos mostrar su cultura, su gente, su historia. Queríamos darle voz a una Guinea diferente, una que muchos no conocen”, dice Antonio Grunfeld, quien también subraya la importancia de mostrar la diversidad y riqueza cultural del país, alejándose de los estereotipos.

Marcelo coincide con esta visión: “Cuando volví a Guinea, vi un país cambiado. El petróleo trajo dinero, pero no trajo mejoras para todos. A pesar de eso, el circo y el teatro me permitieron hacer lo que quería: aportar algo que los gobiernos no podían controlar. Fue un acto de resistencia cultural.»

Después de toda una vida en Galicia, una de las cosas que más echa de manos es «la comida, la música, todo lo que me hizo sentirme parte de esa tierra». Cuenta que «a pesar de estar lejos, siento que siempre llevaré Galicia conmigo”, afirma, con la voz cargada de morriña. A través de su vida, de su arte, y del impacto cultural, Marcelo Ndong demuestra que la migración es mucho más que una historia de huida: es una oportunidad para construir puentes, para enriquecer culturas y para dejar un legado que trasciende fronteras.

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