La semana pasada, las redes sociales fueron testigos de un enfrentamiento surrealista entre el escritor y académico de la RAE Arturo Pérez-Reverte y el politólogo gallego Antón Losada. Lo que comenzó como una discusión sobre el origen del topónimo Fisterra, derivó en un cruce de insultos que incluyó acusaciones de zoofilia por parte del célebre novelista.
El debate se inició en la red social X —antes conocida como Twitter—, cuando Pérez-Reverte defendió el uso del término “Finisterre” en lugar de “Fisterra”, el nombre oficial del cabo y municipio de A Coruña. Según el escritor, “Finisterre” sería más acorde con la etimología latina “finis terrae”. Losada no tardó en responder, calificando al autor de “fodechincho” y respaldando la legitimidad histórica de “Fisterra” con referencias académicas.
Hasta aquí, todo parecía una disputa típica sobre la toponimia, pero la conversación tomó un giro grotesco cuando Pérez-Reverte decidió elevar el tono. Tras atacar a Losada por su “turbio currículum e infame aspecto”, el escritor compartió una noticia en pretendido tono de broma sobre una supuesta prohibición del sexo con cabras y ovejas en A Coruña. Con una insinuación nada sutil, sugirió que la noticia debía haber sido traumática para el politólogo, dejando caer una acusación de zoofilia.
Aunque Pérez-Reverte borró el tuit tras recibir críticas, la polémica ya estaba desatada. Su disculpa fue, cuanto menos, ambigua: “Tiene usted toda la razón, mis disculpas. Elimino el tuit, se me calentó la tecla. Sinceramente, no creo que ese individuo practique zoofilia con las ovejas”, respondió a otro usuario.
Este desliz verbal no es un incidente aislado, sino parte de una retórica clasista y xenófoba que ha sido empleada por ciertos sectores de la derecha urbana para denigrar a las comunidades rurales, en este caso, asociando a los gallegos con prácticas zoofílicas. Es una cliché tan antiguo como desagradable: recurrir a los estereotipos más vulgares para desacreditar a los habitantes de regiones que mantienen un fuerte vínculo con el mundo rural.
De tiempo, bilis y estupidez va sobrado. De educación y respeto va más escaso. Fodechincho de manual. https://t.co/vdDw6snTHc. https://t.co/xHVpWNG83y pic.twitter.com/EZpTncmUdj
— Antón Losada (@antonlosada) August 24, 2024
Más allá de las acusaciones personales, el origen de la disputa radica en un artículo de Pérez-Reverte en el suplemento XL Semanal, donde descalificaba el término “Fisterra” como una mera “expresión local” en contraposición a “Finisterre”, que él consideraba más auténtico. Sin embargo, Losada mostró un estudio de la Real Academia Galega (RAG) que documentaba la evolución a lo largo de los siglos del topónimo, que ya figuraba como “Fiisterra” en 1433.
En un último intento por zanjar la discusión, Losada lanzó un irónico comentario: “Todos los Reverters ahora mismo en mi TL. A ver, repitan conmigo: fines terrae, no finis terrae. Leer algo más que noveluchas, es muy sano”. Frente a las insinuaciones de Pérez-Reverte, el politólogo decidió no entrar al trapo, optando por dejar que el lector juzgue el nivel intelectual de la conversación.