El nuevo libro de Xosé Fortes Bouzán (Caroi, Pontevedra, 1934), “En la piel de los héroes”, publicado el 3 de octubre, ya agotado en librerías y en espera de una nueva edición, refleja las experiencias y reflexiones del autor sobre una época crucial de la historia española. A sus casi 90 años, Fortes comparte con serenidad las vivencias de su paso por la Unión Militar Democrática (UMD) y su toma de conciencia como demócrata convencido en pleno franquismo, un camino lleno de tensiones y riesgos. Su relato, alejado de la nostalgia, desentraña los dilemas éticos y el peso de un ejército que, para él, no estaba preparado para una sociedad que demandaba libertad y una Europa democrática.
Aprovechando el 50º aniversario de la fundación de la UMD, Fortes recuerda en su libro el propósito de la organización: un valeroso intento de democratizar desde dentro el ejército español al final del franquismo. “Nosotros queríamos un ejército democrático, no un ejército al servicio de una dictadura”, sostiene Fortes, quien en aquellos años, como capitán de infantería, formó parte de una minoría de oficiales que, inspirados por la Revolución de los Claveles en Portugal, decidieron desafiar a sus superiores con la formación de esta organización clandestina, comprometida con ideales democráticos y socialistas.
Militar de carrera y licenciado en Filosofía y Letras, Xosé Fortes terminó procesado y condenado en un Consejo de Guerra en los últimos años de la dictadura debido a su activismo. Fue amnistiado tras la llegada de la democracia y readmitido en las Fuerzas Armadas en 1987 con el grado de coronel. En 2010, él y sus compañeros de la UMD recibieron la Medalla al Mérito Militar de la mano de la Ministra Carme Chacón en reconocimiento por su labor en defensa de las libertades, un reconocimiento que Fortes valora como “un paso, aunque tardío”.
“Como el carpintero a sus maderas”
Sobre sus comienzos, Fortes cuenta que cuando entró en el ejército, lo vio “como una profesión”. La disciplina militar le inspiraban el mismo respeto que cualquier otra carrera en la que se hubiera embarcado, “como el carpintero a sus maderas, yo a estudiar batalla, historia militar y armamento, sin ningún tipo de sensibilidad política”.
Lamentablemente, su situación familiar como hijo de viuda de guerra no le daba la posibilidad de poder cursar una carrera universitaria, por lo que su director de instituto le animó a meterse en la escuela militar. Este mundo le proveería de un sustento y un futuro, porque “en aquellos tiempos, ser oficial del ejército y vestir el uniforme por la calle… lucía”, recuerda.
Sin embargo, hubo dos encuentros en su juventud que le hicieron cuestionarse lo que le estaban inculcando en la academia militar. Tras una conversación con una joven alemana en un largo trayecto en tren hacia Zaragoza, comprendió que los ejércitos y sus glorias ocultaban también sombras políticas. “Mientras ese ejército que tú admiras hacía esa campaña espléndida, Alemania se convertía en una cárcel”, le dijo a un joven Fortes. Esto lo llevó a cuestionarse el papel que el ejército español jugaba en la dictadura.
“La verdadera disciplina es la que el ejército tiene con la sociedad”
El otro episodio se dio en una cena de 1955, siendo ya alférez, en casa de un amigo de bachillerato. El padre de su compañero, un maestro que había trabajado en el Instituto Rivera de Enseñanza durante la República, le hizo ver algo que cambiaría su percepción sobre el ejército para siempre. “Él me explicó que la disciplina no es solo entre el soldado y el sargento o del capitán al coronel, sino la que el ejército tiene con la sociedad, porque es la sociedad la que le compra las armas y lo financia”.
Fortes comprendió la paradoja de un ejército republicano que, una vez armado y financiado, utilizó su fuerza contra quienes lo habían sostenido. Esta revelación sobre los orígenes de aquella estructura militar en la que él mismo servía, le abrió los ojos a la profunda desconexión que, desde entonces, ha sentido hacia el ejército y su papel en la sociedad.
Con el tiempo, y con el acceso a más formación, fue consciente de la disciplina ciega del ejército franquista y de la necesidad de que las fuerzas armadas españolas se adaptaran a los ideales democráticos. Un despertar ideológico que lo llevó a fundar la UMD con el objetivo de “mojar la pólvora azul del ejército franquista”, es decir, “hacer que las armas que habían defendido la dictadura pasaran a proteger a la sociedad democrática que España comenzaba a construir”.
“Vox me preocupa”
A día de hoy, el veterano militar observa con preocupación el panorama político y la relación de ciertos partidos con las fuerzas armadas. “Vox le canta al oído al ejército las mismas canciones de guerra y aislamiento que tanto daño hicieron en el pasado. Su influencia me preocupa seriamente, porque Vox es el franquismo de nuevo, es la dictadura y es el aislamiento: es el anti-Europa y la anti-democracia”, confirma.