Xabier Maceiras recupera la memoria de los “cabaqueiros do Baixo Miño”

El autor arteixán presentará su libro, "As telleiras de A Laracha e os cabaqueiros do Baixo Miño", este 28 de septiembre en el área verde del parque empresarial de A Laracha

El autor de "As telleiras de A Laracha e os cabaqueiros do Baixo Miño", Xabier Maceiras | MARÍA BERINI / MARIABERINI.ES

“Taxicar cabacas y toupos a ghoucha”, era como le decían los cabaqueiros del Baixo Miño que acudían a A Laracha durante el siglo pasado a “hacer teja y ladrillo a mano“. Un oficio artesanal, el de telleiro, extremadamente duro, marcado por jornadas maratonianas y de carácter temporal. Estos cabaqueiros, como se les decía en la jerga del Baixo Miño, procedían de O Rosal, A Guarda, Tomiño, Tui, Salcidos y Oia, y recorrían diversos puntos de Galicia, de España y Portugal, trabajando durante periodos de hasta cinco meses. “A norma xeral era que voltaran ó Baixo Miño o 29 de setembro, coincidindo coa vendimia de San Miguel, para seguir subsistindo”.

Esta es solo una parte de lo que recoge el documentalista Xabier Maceiras en el libro no venal “As telleiras de A Laracha e os cabaqueiros do Baixo Miño”, que presentará este sábado 28 a las 17:30 horas en el área verde del parque empresarial de A Laracha, junto a las antiguas telleiras do Cancelo —un día antes del mencionado día de San Miguel—. El autor, natural de Arteixo, ha dedicado dos años a rescatar y preservar una parte fundamental del patrimonio cultural gallego, donde destaca la importancia del oficio en la historia de la región. Sus investigaciones han sido sufragadas por el Concello de A Laracha, mientras que la Deputación de A Coruña edita el libro y la Xunta de Galicia colabora en el proyecto.

Un legado cultural en la memoria de A Laracha

“A importancia da industria da cerámica en A Laracha segue activa hoxe en día, pero xa dunha maneira industrial, coa fábrica de Cerámica Campo”, explica Maceiras. Las telleiras de A Laracha tuvieron un gran impacto en el siglo XX debido a la riqueza mineral del subsuelo en la zona, al barro con el que se elaboraban las tejas y a la gran cantidad de personas que acudían a trabajar en ellas. Precisamente, estas personas son el eje central de esta investigación, que se ha basado en los testimonios de quienes formaron parte de este oficio, que exigía una gran destreza y coordinación.

“Tiven a fortuna de coñecer a Pepe Buraco, un cabaqueiro do Rosal que ten agora 83 anos, e traballou nunha telleira artesanal de A Laracha aos 14 anos”. Maceiras cuenta que, aunque buceó por archivos, la base documental de este libro es la memoria viva, “xente da Laracha que me contou diversas historias que gardaban nos seus recordos”.

 

Un trabajo de muchas horas de entrevistas, entre las que está la historia de este cabaqueiro, que trabajó en los años 50 en la telleira de O Cancelo, y que es parte activa del patrimonio inmaterial de la comunidad. Buraco, volverá del Baixo Miño para acompañar al autor en la presentación del libro el próximo sábado y hará una demostración de una técnica que aún lleva en la sangre. La jornada estará amenizada por Irma Macías, voz del grupo Luar Na Lubre

Cabaqueiros

En estas telleiras artesanales trabajaban cuadrillas compuestas, generalmente, por cuatro o cinco personas: “un oficial, que era o que fabricaba no potro; o carretilleiro, que transportaba o barro dende a pía ata a eira, onde se modelaban e secaban as tellas e ladrillos; un pieiro, que era o que amasaba cos pes ou ghouchóns; un tendedor, que era o que tendía na eira, onde secaban ao sol para logo meter no forno a cocer; e un rapaz, que facía un pouco de todo”. Sin embargo, “das telleiras xa non queda ningunha en pé e os cabaqueiros que quedan teñen entre 80 e 90 anos”.

Hace aproximadamente cien años, en una de estas cuadrillas trabajó el pontevedrés José Manuel Ferreira. Comenzó siendo niño en una telleira artesanal, para luego ponerse por cuenta propia en una que fue industrializando y que convirtió en la Fábrica de Cerámicas La Perfección, que estuvo operativa hasta la década de los ochenta. Fue sobre esta época cuando comenzó Epifanio Campo Núñez, fundador de Cerámica Campo, la única que perdura en la zona, pero que ya no tiene nada que ver con la producción artesanal de los cabaqueiros.

 

 

Salir de la versión móvil