José Ramón Gómez Besteiro afronta el XV Congreso del PSdeG en un momento crítico y delicado, pero también decisivo y lleno de posibilidades. Tras los peores resultados en la historia del socialismo gallego, con solo nueve diputados en el Parlamento autonómico, el secretario xeral tiene por delante una tarea hercúlea: reconstruir el partido, redefinir su rumbo y devolverlo al protagonismo político que necesita para ser competitivo frente al PP y al BNG. Estos desafíos también abren una oportunidad única para refundar la organización desde la base y con la base. Desde la raíz.
Por el momento, Besteiro ha conseguido algo no demasiado frecuente en la familia socialista gallega: consolidar su liderazgo en un partido que durante años estuvo marcado por divisiones internas y luchas de poder. Ahora, las nuevas reglas para la recogida de avales —con un mínimo de mil— y la falta de alternativas claras refuerzan su posición como líder indiscutible del PSdeG. Eso no significa que no haya críticas, pero lo cierto es que ninguna tiene hoy la fuerza para poner en cuestión su papel al frente del partido.
Su trayectoria también añade una capa interesante a la historia. Hace años Besteiro era visto como una amenaza real para el PP en Galicia, tanto que acabó siendo el objetivo de un proceso judicial con tics de lawfare —a partir de unos anónimos que la diputada del PP Elena Candia hizo llegar a la jueza instructora— que lo apartó de la carrera hacia la presidencia de la Xunta en 2016. Besteiro salió completamente absuelto de aquel proceso, pero el daño político estaba hecho. Su regreso, ahora sin ataduras, lo coloca en una posición de fuerza para liderar la reconstrucción del socialismo gallego. Pero este es un contexto distinto: ya no se trata de gestionar expectativas de victoria, sino de levantar un partido que toca fondo.
Los resultados de las últimas elecciones autonómicas dejaron claro que el PSdeG tenía un problema grave: no logró conectar con los votantes. En buena medida por el escaso conocimiento de su candidato: mientras Alfonso Rueda y Ana Pontón eran ya una marca consolidada y reconocible por la mayoría del electorado, muchos votantes no lograban identificar a Besteiro más allá de ser “el del PSOE”.
Este es precisamente uno de los aspectos que ahora pueden trabajarse con tiempo y estrategia. Besteiro tiene la oportunidad de construir una narrativa clara y accesible que lo posicione como una alternativa real al gobierno del PP y al creciente protagonismo del BNG. En este sentido, el electorado progresista debe entender que no basta con que el Bloque crezca; la alternativa a la hegemonía del PP en la Xunta pasa por un PSdG fuerte, cohesionado y con una propuesta política ambiciosa.
Aunque Besteiro cuenta con el respaldo de la dirección federal y del propio presidente Pedro Sánchez, este apoyo tiene una doble cara. Desde Madrid se han tomado decisiones políticas que generan malestar en Galicia, especialmente en áreas tan sensibles —y de altísimo interés social y económico— como el transporte. El encarecimiento de los peajes en la AP-9, en lugar de avanzar hacia su gratuidad, o los continuos retrasos en la llegada del AVE a Galicia son ejemplos de medidas que han sido percibidas como contrarias a los intereses de los gallegos. Estas cuestiones podrían complicar el intento del PSdeG de recuperar la confianza ciudadana, sobre todo en un contexto en el que el BNG ha sabido capitalizar las demandas sociales en esta materia.
Pero la renovación del Partido Socialista gallego no debe limitarse a los órganos de dirección ni a las estrategias de campaña. Requiere un compromiso colectivo que vaya más allá de los liderazgos individuales. Si algo debería de haber aprendido el PSdeG de su pasado más reciente, es que las luchas intestinas son su mayor enemigo. El reto ahora es funcionar como una auténtica Legio Macedonica: todos a una, con una visión coordinada y un objetivo común. La reconstrucción del PSdeG no es solo tarea de Besteiro y su equipo. Es un esfuerzo que debe implicar a todos los niveles del partido, desde la base hasta las instituciones. El camino será largo y requerirá paciencia, pero también firmeza. La militancia debe recuperar la ilusión y sentirse parte activa de un proyecto político que busca cambiar el rumbo de Galicia.
El asalto al gobierno de la Xunta no será posible en un horizonte cercano sin un PSdeG fuerte, renovado y con una propuesta clara. Besteiro tiene a su favor la experiencia, la capacidad de liderazgo y una conexión con la dirección federal que puede ser clave para impulsar el proyecto.