Inmediaciones de A Malata el pasado sábado, es bastante temprano y Alfonso y Alberto esperan pacientes al resto de citados. La quedada se fija a esa hora porque Manel tiene prisa, va a Vigo a ver el Celta Fortuna, equipo en el que milita su hijo mayor. Nando es el siguiente en llegar. Protesta a su llegada (entre risas) porque tuvo que madrugar. El último en hacer su aparición, Manel, tanta prisa y llega el último (más risas). Se saludan con aprecio y charlan amigablemente de sus diferentes etapas como futbolistas. Todos racinguistas y todos militantes en Elche en algún momento de su carrera.
Los más veteranos, Nando (66) y Alfonso (62) se conocen bien. Aunque Alfonso es un poco más joven, son de la quinta y ambos compartieron temporada en el Elche en la campaña 83/84. Nando pasó seis temporadas en el conjunto ilicitano: “Tengo muy buenos recuerdos. Llegué soltero, con 20 años, y vino mi madre conmigo 6 meses para establecerme. Al siguiente año me casé y tuve una hija que es ilicitana. Teníamos un equipazo, había jugadores de un nivel espectacular, como Trobbiani o Gilberto. El Elche era un equipo ganador en Segunda División y el último año ascendimos a Primera”, afirma.
De esta etapa y de ese ascenso a la máxima categoría del fútbol español, Alfonso recuerda: “Deportivamente hablando fue una temporada regular, hubo un cambio de entrenador y no participé tanto como quisiera. Me faltaba un poco de gol, era el que más llegaba, pero no marcaba (risas). Respecto al ascenso, lo recuerdo como algo increíble y con una celebración por todo lo alto en la ciudad”.
El calor, el mayor enemigo para Alberto y Manel durante su época en el Elche
Quienes también vivieron un ascenso con el club ilicitano, fueron Alberto y Manel, compañeros en el Racing, se marcharon juntos para el Elche de la mano del técnico gallego Fabri y allí vivieron dos temporadas llenas de anécdotas. “Cuando llegamos corríamos por debajo de los árboles buscando la sombre. Era infernal el calor que hacía, había 38 grados por la calle. Aquí corres cuando llueve y allí corres para esconderte del sol”, bromea Alberto.
Manel cuenta la primera toma de contacto con el agua del mediterráneo que tuvo Alberto: “Mi primera anécdota fue con él. Se lo hice a propósito. Llegamos en verano, en pleno julio, y con un calor tremendo. Lo llevé a Santa Pola a la playa y Alberto sólo había probado las playas de Meirás. Me decía: “esto es una piscina”, porque no había olas y al entrar en el agua y ver a la temperatura que estaba ya empezó: “esto no refresca, esto parece el agua de la ducha” y le llamó mucho la atención”.
Pero no sólo Alberto sufrió con el calor, Manel también tuvo sus dificultades: “A la semana de llegar, hice la maleta para volver a casa. Del calor que hacía no era capaz de dormir por las noches y al día siguiente había que entrenar mañana y tarde y yo no podía rendir. Llegaba muerto, dormía una hora o dos nada más. Al final me cambié de piso a uno con aire acondicionado porque si no era imposible (risas). Luego es habituarse, el segundo año ya no lo noté”.
Superado el drama del calor, ambos coinciden en destacar los buenos momentos que vivieron en el Elche: “Fueron dos temporadas buenísimas, allí la gente vive mucho el fútbol y la ciudad se vuelca. Lo primero que hacen es pagar el carné de socio y luego, el resto. Es como estar en un equipo de Primera”, asegura Alberto. Manel reconoce: “Nos juntamos con un grupo humano tremendo, un equipo futbolísticamente de lo mejor que vi y con el objetivo de ascender después de tantos años y al final lo conseguimos”.

Después de vivir un ascenso con el Elche, Alberto y Manel regresaron al Racing para auparlo a la Segunda División más de 20 años después de la mano de José Ramón Arteche. “El Racing llevaba mucho tiempo sin estar en Segunda y fue un ascenso muy deseado. La ciudad se volcó con el equipo”, recuerda Alberto. Por su parte, Manel no tiene dudas: “Para mí, como el ascenso del año 2000, no hubo ni habrá ninguno. El de allí también fue tremendo porque es una ciudad que vive mucho el fútbol. Tanto que en 2ªB jugamos un play-off de ascenso con el Córdoba y había 35.000 personas en la grada. Pero siendo de aquí, siempre te tira más el de aquí, porque es tu casa, están tu familia y tus amigos y sabíamos lo que era para la ciudad”.
Todos quieren al Racing en lo más alto
Ese sentimiento de pertenencia que ha desarrollado la ciudad departamental lo tienen de serie estos cuatro racinguistas. “Vengo al Racing siempre que puedo. Queden donde queden, nos podemos dar por satisfechos. Han hecho una temporada magnifica”, asegura Alfonso.
“Siempre veo los partidos del Elche y me preocupan sus resultados. Pero a nosotros nos hace falta sumar puntos porque, salvo el partido ante el Valladolid, no llevamos una buena racha y hay que sumar para estar arriba y poder soñar”, afirma Nando.
Alberto es un fijo de A Malata cada vez que hay partido: “Veo bien al equipo, en la línea del buen juego, a ver si nos sorprenden y nos regalan un play-off. Después ascender ya es suerte.” Comparándolo con el Elche, los veo muy parecidos. Son de los que mejor juegan al fútbol”.
Por su parte, Manel confía en el buen hacer del equipo como local: “Al Racing en casa es muy difícil ganarle si está concentrado e intenso como estuvo ante el Valladolid. A Malata apretando se nota muchísimo y si ganamos nos metemos en la pomada y volvemos a soñar. Quiero que al Elche le vaya bien, pero si tengo que escoger uno está claro que es el Racing”.
Jugar el play-off sería la guinda del pastel para un Racing que ha conseguido cambiar la dinámica de toda la comarca: “En Meirás había gente aficionada al Racing más que nada por mí, porque estaba en el equipo, me conocían y venían. Pero era la época del Súper Depor y muchos chavales se hacían del Deportivo. Ahora se nota mucho el cambio, no hay ni Depor ni nada, ahora es Racing, Racing y Racing. A algunos ya les cambiamos el carné de socio”, bromea.
Nando también está orgulloso de la línea que ha seguido el equipo en las últimas temporadas: “El año pasado éramos 3.000 socios y mira el revuelo que se ha creado que ahora somos más de 8.600 y con mucha gente joven. Hay partidos en los que te emocionas viendo como cantan a capela el ‘Ferrol’ de Los Limones. Esto es bueno para la ciudad. Las cosas se están haciendo bien y hay que continuar. Por fin, hemos puesto a Ferrol en el mapa”, sentencia con orgullo.