Fátima Ameneiro: La copiloto gallega que llevó su tierra hasta Ruanda

La fenesa recogió el premio del FIA European Trophy en la gala celebrada en Kigali vistiendo con orgullo una falda tradicional gallega
Fátima Ameneiro sosteniendo el premio otorgado por la FIA | CEDIDA
Fátima Ameneiro sosteniendo el premio otorgado por la FIA | CEDIDA

Fátima Ameneiro, copiloto de rally fenesa y ganadora del FIA European Rally Trophy, alcanzó un hito en su carrera que la llevó hasta Kigali, Ruanda, para recibir su premio en una ceremonia que, según sus propias palabras, fue “una experiencia alucinante”. Pero su éxito deportivo fue más allá del reconocimiento: Ameneiro quiso llevar consigo un símbolo de sus raíces gallegas, mostrando con orgullo su vínculo con su tierra.

Para la ocasión, optó por vestir dos faldas tradicionales gallegas llenas de historia. “La roja la usé hace más de treinta años cuando bailaba. Ahora, como soy más alta, me queda más corta, pero sigue siendo especial”, relata. La falda negra, con detalles bordados a mano, le fue prestada especialmente para la gala. “Quería decir de dónde soy de una forma sencilla, pero auténtica”, explica. Este gesto no pasó desapercibido, tanto entre los asistentes a la gala como en su tierra natal. “Me decían: ‘¡Qué guay con la falda! Llevaste nuestra tierra hasta allá’”, recuerda.

La gala de la FIA, celebrada en Kigali, marcó un escenario único para este evento. Aunque Ruanda todavía no forma parte del calendario del campeonato, su elección como sede forma parte de un esfuerzo del país por proyectar una nueva imagen internacional mediante el deporte. “Están trayendo muchos eventos deportivos para cambiar la percepción del país”, comenta Ameneiro. Durante los cinco días que pasó en Kigali, tuvo la oportunidad de compartir experiencias con personas de todo el mundo y descubrir un lugar que, según dice, “se nota que está abriéndose al exterior y haciendo las cosas bien”.

El premio no solo simboliza el éxito deportivo de Fátima Ameneiro, sino también un momento de intercambio cultural. En Kigali, su gesto de vestir las faldas tradicionales gallegas le permitió compartir un pedazo de su historia y mostrar al mundo la riqueza de su tierra. “Era importante para mí llevar algo que representara quién soy y de dónde vengo”, concluye.

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