Raúl Villamarín Rodríguez es un gallego de 29 años que ha llevado su carrera a nivel internacional, pero sin perder de vista sus raíces. Actualmente, es vicepresidente de la Universidad Woxsen en India, una de las instituciones académicas más innovadoras del país. Especializado en la convergencia entre psicología cognitiva e inteligencia artificial, ha dedicado su trayectoria a investigar cómo estas tecnologías pueden mejorar distintos sectores.
En su reciente visita a Galicia, ha impartido varias conferencias, como la que ofreció en la Casa da Cultura de Ponte Caldelas bajo el título Inteligencia artificial personalizada: redefiniendo tu futuro. También mantuvo reuniones con instituciones académicas como la Universidad de Vigo, el Rotary Club de Vigo, la Universidad Intercontinental de la Empresa (UIE) y la Universidad de Santiago, con la intención de fomentar intercambios de estudiantes y profesorado, así como establecer dobles grados. Además, la Universidad Woxsen cuenta con un Centro de Estudios Gallegos, y en la actualidad, doce gallegos forman parte de su comunidad estudiantil, constituyendo la mayor colonia extranjera en esta universidad india.
—¿Qué entendemos realmente por Inteligencia Artificial y cuáles son sus aplicaciones más próximas?
—La Inteligencia Artificial, como tal, no existe aún. Lo que tenemos ahora son algoritmos predictivos, como ChatGPT, que trabajan con datos cuestionables. Son herramientas útiles, pero no han supuesto un cambio radical. En los próximos cinco o diez años veremos avances con la computación avanzada y cuántica, pero no debemos esperar las tecnologías revolucionarias de las películas.
—¿Galicia está aprovechando las ventajas de la IA?
—Ahora mismo, en Galicia y en España, estamos viviendo un “Winter is Coming”, como en Juego de Tronos. La innovación se está enfriando. Hubo un gran hype, todas las empresas querían implementarla, pero ahora el avance se ha frenado y muchas no saben hacia dónde ir.
—Sin embargo, estáis intentando desarrollar proyectos aquí.
—Sí, estamos trabajando en el sector deportivo. Esta semana hablamos con el Celta de Vigo para ayudarles a predecir patrones sobre jugadores, tácticas y estrategias. Nos reunimos justo después del partido de octavos de Copa del Rey contra el Real Madrid, en el que perdieron 5-2, lo que nos sirvió para mostrarles cómo podríamos ayudarles. Con nuestros sistemas, podemos predecir qué jugadores de la cantera celtista llegarán a Primera División solo con datos y análisis.
También estamos explorando oportunidades en el sector pesquero, el transporte y la logística. A ver cuál se desarrolla primero, porque en Galicia tendemos a pensárnoslo demasiado y los procesos se alargan. Muchas veces me he cansado de intentarlo, pero sigo creyendo que los proyectos saldrán adelante.
—¿Crees que la IA cambiará radicalmente nuestras vidas?
—La IA existe desde los años 60. Lo que la gente no entiende es que sus bases teóricas están en la psicología y la sociología. La tecnología solo es una forma de representarlas. De hecho, Geoffrey Hinton, que recibió el Nobel de Física en 2024, es psicólogo, no ingeniero de telecomunicaciones ni informático.
—Se dice que la IA va a quitarnos el trabajo. ¿Es cierto?
—No, es un mito. Lo que habrá es una adaptación, pero no un reemplazo total. Esto no es una revolución industrial, sino una revolución adaptativa. El problema es que muchas personas se quedan sentadas sin aprender sobre las nuevas tecnologías. En cualquier industria, la IA puede ser una herramienta, pero siempre habrá que buscar un equilibrio entre humanos y máquinas. No interesa un reemplazo total.
—¿Dónde podría la IA aportar más valor?
—Sobre todo en el sector energético, la sanidad, la política y la administración de recursos y población. También en la creación de ciudades inteligentes, donde se optimicen procesos de manera automatizada.
—¿Cuáles son los límites éticos de la IA?
—La ética es un constructo social y subjetivo que desaparece cuando hablamos de datos y análisis. Para nosotros, la clave es adaptar los productos a la humanística, entendiendo a los usuarios y su comportamiento. En nuestro caso, nunca trabajaríamos con empresas de armas. Nos enfocamos en capitalizar el tiempo y los servicios, analizando el comportamiento humano para entender mejor a los usuarios. Al final, todo es un flujo de capital.