Cuando llega diciembre, Galicia se transforma. La niebla se posa sobre los valles, las luces aparecen entre fachadas de piedra y los pueblos recobran un ritmo lento que invita a pasear, a sentarse junto al fuego, a comer sin prisas y a dejarse llevar por un ambiente íntimo que cuesta encontrar en otros lugares.
Algunos de estos pueblos han recibido reconocimientos nacionales por su belleza, su patrimonio o su ambiente único. Otros simplemente han enamorado a quienes los visitan. Todos comparten algo: son destinos perfectos para una escapada navideña en la que combinar historia, gastronomía y paisajes invernales. Este es un recorrido completo por los pueblos gallegos con más encanto para vivir la Navidad.
Ribadavia: judería iluminada y ambiente de cuento

Ribadavia es uno de esos lugares que parecen encenderse desde dentro cuando se acerca diciembre. La judería —una de las mejor conservadas de España— adquiere un brillo distinto bajo la iluminación navideña; las calles estrechas, el castillo y las plazas porticadas se llenan de vida sin perder esa calma característica de los pueblos históricos. Pasear al anochecer, entre soportales y casas de piedra, es una experiencia que mezcla historia y una sensación de recogimiento muy propia del invierno gallego.
El plan perfecto combina callejeo, una visita al castillo, compras en pequeños puestos locales y el aroma del Ribeiro —caliente o no— que se escapa de las tabernas. La gastronomía acompaña: empanadas, roscón, dulces de almendra y vinos jóvenes de la comarca. Ribadavia es, en esencia, un pueblo que en Navidad se siente más vivo que nunca. En 2024 fue la ganadora del concurso nacional «Juntos Brillamos Más» de Ferrero Rocher, convirtiéndose en el pueblo mejor iluminado de España ese año.
Celanova: monumentalidad invernal en una plaza que impone

En Celanova, el invierno se instala con naturalidad. La plaza mayor, dominada por el enorme monasterio de San Salvador, genera una sensación de solemnidad que encaja perfectamente con la Navidad. La piedra húmeda, las luces cálidas y el sonido del campanario crean un ambiente que invita a la contemplación. Muy cerca, casi escondida, está la capilla de San Miguel, una joya mozárabe que resuena todavía más en silencio invernal.
Diciembre es un buen mes para recorrer el casco antiguo, entrar a comer en algún restaurante tradicional y probar embutidos, pan de horno de leña o dulces locales. Celanova tiene esa mezcla de monumentalidad y recogimiento que tan bien funciona en fechas navideñas: no abruma, pero impresiona. En 2023 fue finalista del concurso «Juntos Brillamos Más» de Ferrero Rocher, reconocimiento que situó a la villa entre los pueblos con mejor ambiente navideño del país.
A Guarda: Navidad frente al Atlántico

Pocas experiencias navideñas son tan sorprendentes como subir al monte Santa Trega en pleno invierno. Desde allí arriba, la desembocadura del Miño y el océano Atlántico forman un espectáculo natural que cambia según el viento, la luz o la niebla. A Guarda es un destino que combina paisaje, patrimonio castrexo y gastronomía marinera, y en Navidad esa mezcla se vuelve aún más especial. El puerto iluminado, las calles estrechas del casco viejo y el olor a caldo de pescado crean un ambiente marinero muy propio.
Además del castro, vale la pena callejear y detenerse en tabernas donde sirven empanadas de pescado, marisco fresco y recetas tradicionales perfectas para el frío. A Guarda es ideal para quien busca una escapada distinta, navideña pero sin nieve ni interiores: una Navidad mirando al mar. En 2025 fue el municipio elegido para representar a Galicia en el concurso nacional «Juntos Brillamos Más» de Ferrero Rocher, destacando como uno de los pueblos costeros más atractivos del invierno.
Mondoñedo: tradición, piedra y calma navideña

Mondoñedo es uno de esos lugares que parecen creados para el invierno. La catedral gótica iluminada, el eco de los pasos en la plaza de la Constitución, el olor a tarta recién horneada… todo invita a bajar el ritmo. Es un pueblo que se disfruta paseándolo: el barrio de Os Muíños, las casas con galerías, los soportales que protegen de la lluvia fina tan típica de diciembre.
La gastronomía acompaña con contundencia invernal: cocidos, carnes guisadas, pan artesano y, por supuesto, su famosa tarta. Mondoñedo no necesita artificios navideños para generar atmósfera; le basta su arquitectura y su serenidad para convertirse en un destino perfecto para diciembre. Desde 2018 forma parte de la asociación «Los Pueblos Más Bonitos de España», un reconocimiento que consolidó su valor patrimonial y turístico.
Ponte Maceira: un puente medieval que parece diseñado para el invierno

Ponte Maceira es uno de los lugares más fotogénicos de Galicia, y en diciembre su belleza se multiplica. El puente medieval sobre el Tambre, los antiguos molinos y las casas de piedra forman un conjunto casi cinematográfico cuando la luz baja del invierno se refleja en el agua. No es un pueblo grande ni lleno de actividad, y ahí radica precisamente su encanto navideño: todo invita a caminar despacio, escuchar el río y dejar que el frío forme parte del paisaje.
Un paseo por la ribera, una parada en alguna casa de comidas cercana y un café caliente mirando al Tambre es un plan perfecto para quienes buscan una escapada breve pero memorable. La zona ofrece buenas carnes, repostería casera y platos tradicionales que entran solos en días húmedos. Fue incluido en «Los Pueblos Más Bonitos de España» en 2020, reconocimiento que consolidó su imagen como uno de los enclaves rurales más bellos del país.
Oseira: un monasterio monumental envuelto en silencio

Hay lugares que en invierno se transforman, y el monasterio de Oseira es uno de ellos. Sus muros enormes, el eco en los claustros y la luz gris filtrándose entre arcos y bóvedas crean una atmósfera casi mística. Pasearlo en diciembre, cuando todo está más quieto y el aire es más frío, convierte la visita en algo mucho más intenso que en cualquier otra época del año.
La aldea que rodea el monasterio mantiene un ritmo pausado y ofrece poco más que tranquilidad absoluta y comida tradicional: quesos artesanos, pan de horno, caldos, embutidos y platos de cuchara. Oseira es un destino para desconectar sin matices, para refugiarse y para dejarse impresionar por la monumentalidad en silencio.
En 2025 se aprobó su incorporación a «Los Pueblos Más Bonitos de España», con entrada oficial en 2026, destacando el valor excepcional de su conjunto monástico.
Vilanova dos Infantes: una aldea medieval que hiberna con elegancia

Vilanova dos Infantes es pequeña, recogida y profundamente auténtica. El torreón medieval domina el conjunto, y las calles estrechas, casi siempre silenciosas, parecen conservar intacto el ritmo de hace siglos. En invierno, cuando la bruma cubre la ladera y apenas se oye otra cosa que algún paso o el viento contra las paredes, el lugar adquiere un aura especial.
La visita es sencilla pero muy gratificante: subir al torreón para ver el entorno, recorrer las rúas empedradas, entrar en alguna tienda o bar donde siempre hay productos locales del Ribeiro. Es una escapada ideal para quienes buscan un diciembre tranquilo, íntimo y sin artificios. En 2025 fue seleccionada para integrarse en «Los Pueblos Más Bonitos de España», incorporación prevista para 2026 como reconocimiento a su excepcional conservación medieval.
Combarro: hórreos frente al mar, sin multitudes y con calma invernal

Combarro es uno de los pueblos más fotografiados de Galicia, pero solo en invierno muestra su mejor cara. Sin la multitud veraniega, sus hórreos sobre el mar, las callejuelas estrechas del barrio mariñeiro y las tabernas iluminadas al atardecer revelan un paisaje íntimo y acogedor. El sonido del agua, el olor a pescado asado y la brisa fría de la ría crean un ambiente perfecto para una escapada de diciembre.
Lo mejor es pasearlo a última hora de la tarde, cuando el sol se esconde detrás del mar y las luces de las casas comienzan a reflejarse en el agua. La gastronomía —marisco, tapas marineras, empanadas, pescado a la brasa— acompaña sin fallo. Combarro es uno de esos pueblos que parecen creados para ser disfrutados con calma. Fue incorporado a la red «Pueblos Mágicos de España» en 2019 y aparece desde 2023 en listas de National Geographic que lo sitúan entre los pueblos más bonitos de España.
Cambados: historia, albariño y paseos invernales entre pazos

Cambados es un destino elegante para el invierno. El Pazo de Fefiñáns, con su plaza monumental; las ruinas románticas de Santa Mariña Dozo; los caminos entre viñedos; y el paseo junto a la ría forman una combinación perfecta para diciembre. La luz suave de esta época del año acentúa la piedra y la convierte en un escenario precioso para caminar y fotografiar.
Además de su valor arquitectónico, Cambados es un destino gastronómico sólido. El marisco de la zona, los pescados, las tapas marineras y, por supuesto, el albariño crean una experiencia completa. Su comercio local también tiene vida en Navidad, con tiendas pequeñas y un ambiente agradable. Forma parte de la red «Pueblos Mágicos de España» desde 2022 y fue incluido en 2023 en la lista de National Geographic de los pueblos más bellos de España.
Allariz: artesanía, río y piedra que brilla bajo la lluvia

Allariz es uno de los pueblos mejor rehabilitados de Galicia y un destino perfecto para diciembre. Su casco histórico peatonal invita a caminar sin prisa; las tiendas de artesanía y diseño local animan las calles; y el paseo fluvial junto al Arnoia adquiere una belleza especial con la humedad del invierno. La iluminación navideña suele ser cuidada, nunca excesiva, y el ambiente que se genera es muy cálido.
La gastronomía invernal —carnes guisadas, panes locales, repostería— encaja con el carácter del pueblo. Allariz es un lugar cómodo, bonito y bien preparado para recibir visitantes en estas fechas. En 2023 fue incluido en varios listados nacionales que señalaban los pueblos más bonitos de España, subrayando el éxito de su modelo de rehabilitación urbana.
Portomarín: historia sumergida y una Navidad junto al embalse

Portomarín es un pueblo con una historia tan singular como su estampa. El original quedó bajo las aguas del embalse de Belesar en los años 60 y muchos de sus edificios —incluida la imponente iglesia-fortaleza de San Nicolás— fueron trasladados piedra a piedra a su ubicación actual. En invierno, con la niebla baja y el reflejo de las luces sobre el agua, el conjunto tiene un aire casi cinematográfico.
Diciembre es una época perfecta para pasear por su escalinata monumental, recorrer la plaza central y asomarse al embalse, que en estas fechas ofrece paisajes cambiantes según suba o baje el nivel del agua. Las casas de comidas sirven platos contundentes —empanada de anguila, carnes, caldos— que encajan con la humedad fría típica del invierno interior. Desde 2022 forma parte de la red «Pueblos Mágicos de España», que destacó su historia singular y el interés patrimonial de este pueblo renacido.
O Vicedo: costa brava gallega en versión invernal

El nombre de O Vicedo se asocia casi automáticamente con la ruta de O Fuciño do Porco, pero el pueblo ofrece mucho más que un mirador popular. En invierno, esta zona de A Mariña se transforma: playas vacías, acantilados envueltos en una luz metálica, mar bravo y senderos donde solo se escucha el viento y el oleaje. Es un destino perfecto para quienes buscan una Navidad junto al mar sin la masificación del verano.
La gastronomía local, basada en pescado fresco, cocidos marineros y repostería casera, hace que la escapada sea completa. El ritmo es lento, ideal para dedicar tiempo a caminar, mirar el paisaje y descansar. Fue incluido en «Pueblos Mágicos de España» en 2022 y forma parte desde 2023 de la ruta turística “Galicia Mágica”.
A Veiga: nieve, estrellas y lagunas glaciares en pleno diciembre

A Veiga es uno de los destinos invernales más singulares de Galicia. En torno a Pena Trevinca —la cumbre más alta de la comunidad— se formaron lagunas glaciares que en invierno pueden helarse o cubrirse de nieve, creando un paisaje completamente distinto al del resto del país. Además, la zona es uno de los mejores lugares de España para observar el cielo nocturno, gracias a su oscuridad y a la casi total ausencia de contaminación lumínica.
El ambiente navideño aquí no depende de luces ni mercados, sino del propio entorno: silencio, nieve, rutas cortas, chimeneas encendidas y casas rurales que parecen pensadas para un diciembre introspectivo. Desde principios de 2022 forma parte de la red «Pueblos Mágicos de España», una distinción que puso en valor tanto su patrimonio natural como su apuesta por el astroturismo.
Larouco: viñedos dormidos y un invierno de calma absoluta

Larouco es pequeño, silencioso y profundamente rural. En invierno, los viñedos de Valdeorras se muestran desnudos, los montes se tiñen de tonos grises y dorados, y las aldeas que rodean el municipio parecen detener el tiempo. Es un destino perfecto para quienes buscan desconectar del ruido y caminar entre paisajes que cambian de humor con el paso de las nubes.
La gastronomía es sencilla y muy de territorio: vinos intensos, embutidos caseros, empanadas y dulces tradicionales. No hay estrés, no hay prisa: solo calma y territorio. Fue incluido en 2022 en la red «Pueblos Mágicos de España», que destacó su autenticidad rural y su entorno vinícola.
O Irixo: esencia de montaña para una Navidad tranquila

O Irixo es un municipio marcado por la montaña, las aldeas dispersas y un paisaje que en diciembre adquiere una belleza austera. Los días cortos, la niebla baja y el olor a leña quemada hacen que la experiencia sea profundamente rural. Es un destino ideal para quienes buscan naturaleza, senderos fáciles y aldeas donde la vida sigue su propio ritmo.
Las casas rurales suelen apostar por platos tradicionales: cocido, quesos locales, pan de leña, postres de invierno. Aquí la Navidad se vive sin artificio, casi sin distracciones, y eso es parte de su encanto. Forma parte de la red «Pueblos Mágicos de España» desde 2022, reconocimiento que subraya la autenticidad de su patrimonio rural.
A Pobra de Trives: nieve, tradición y el aroma inconfundible a bica

Trives es uno de los destinos más asociados al invierno en Galicia. Su cercanía a la estación de esquí de Manzaneda la convierte en una base perfecta para quienes buscan nieve o actividades en montaña. Su casco histórico, con soportales, casas nobles y calles empedradas, mantiene un ambiente acogedor incluso en los días más fríos.
La bica mantecada, uno de los dulces más emblemáticos de Galicia, tiene aquí su templo. A esto se suman chorizos caseros, guisos, caldos y una gastronomía contundente que acompaña bien el clima. Pasear hasta el puente romano de Bibei en una mañana fría es otra de las experiencias que merece la pena. Desde 2022 forma parte de la red «Pueblos Mágicos de España», que valoró tanto su riqueza patrimonial como su entorno de montaña.
Una Navidad diferente en Galicia
Cada uno de estos pueblos muestra una cara distinta de la Navidad. Algunos brillan con luces e historia; otros se esconden entre montañas, nieve o acantilados; otros ofrecen gastronomía reconfortante y calma absoluta.
Todos tienen algo en común: son lugares donde diciembre se vive de verdad, donde el tiempo se detiene y donde la belleza —la reconocida por concursos y la silenciosa, la que no necesita premios— acompaña cada paso.

