Qué supondría para Galicia el fin del cambio de hora que propone el Gobierno

El desfase entre el reloj y el sol convierte a Galicia en una de las comunidades donde más se notaría el cambio
En verano, sin adelantar el reloj, los atardeceres se producirían antes —hacia las 21:00 en lugar de las 22:00—, pero las mañanas ganarían luz más temprano
En verano, sin adelantar el reloj, los atardeceres se producirían antes —hacia las 21:00 en lugar de las 22:00—, pero las mañanas ganarían luz más temprano

El Gobierno de España propondrá a la Unión Europea acabar con los cambios de hora de invierno y verano a partir de 2026. La medida, impulsada por el PSOE, pretende eliminar la práctica de adelantar y retrasar los relojes dos veces al año, una costumbre instaurada en los años 70 con el objetivo de ahorrar energía y que, según los últimos estudios, ha dejado de tener efectos significativos en el consumo eléctrico.

El Ejecutivo argumenta que mantener un horario único durante todo el año favorecería la salud y los ritmos biológicos de la población, ya que los continuos cambios temporales afectan al sueño y al rendimiento laboral y escolar. La propuesta también responde a la percepción mayoritaria de la ciudadanía: las encuestas europeas realizadas desde 2018 muestran un rechazo creciente al cambio estacional.

Pero el debate no es tan simple como elegir entre mover o no mover las agujas. En un país como España, atravesado por una fuerte diferencia de luz entre el este y el oeste, la decisión de fijar un único horario permanente tendrá consecuencias desiguales. Y en ningún otro lugar del territorio esas diferencias son tan visibles como en Galicia.

Un territorio en el huso equivocado

España se rige oficialmente por el huso horario de Europa Central (CET, UTC+1), a pesar de que su posición geográfica corresponde al meridiano de Greenwich (UTC+0), el mismo que el de Portugal y el Reino Unido. El origen de este desfase se remonta a 1940, cuando el Gobierno franquista decidió adelantar una hora los relojes para alinearse con la Alemania nazi. Desde entonces, el país vive con un horario adelantado respecto al sol.

En Galicia, situada en el extremo occidental peninsular, esta anomalía se percibe con más intensidad. Mientras en Girona el sol sale antes de las 6:30 en pleno verano, en A Coruña o Vigo lo hace pasada la 7:00. Lo mismo ocurre al atardecer: en julio, el sol se pone cerca de las 22:15, pero el reloj marca casi las 23:00 cuando se alcanza la oscuridad total.

Un estudio publicado en Frontiers in Physiology señalaba que durante el verano, cuando en el resto de Europa es mediodía, en Galicia el sol aún no ha alcanzado su punto más alto. “Para Galicia, durante el verano, son solo las 9:30 solares cuando el reloj marca las 12:00”, apuntan los investigadores. Ese retraso natural entre el tiempo solar y el tiempo social explica por qué los gallegos suelen comer y cenar más tarde: el cuerpo sigue al sol, no al reloj.

Qué plantea el Gobierno

La propuesta del PSOE consiste en que España deje de realizar los dos cambios de hora anuales —uno en marzo y otro en octubre—, siguiendo la recomendación de la Comisión Europea de 2018, que invitaba a los países miembros a fijar un horario permanente. Pedro Sánchez ha defendido que “el cambio horario ya no tiene sentido y afecta negativamente a la salud”, y ha planteado que España lidere en Europa el fin de esta práctica.

Aún no se ha decidido qué horario se mantendría, si el de invierno (UTC+1) o el de verano (UTC+2), y precisamente de esa elección dependerán los efectos sobre la vida cotidiana, la economía y la salud de los ciudadanos.

Dos escenarios posibles: invierno o verano todo el año

1. Mantener el horario de invierno (UTC+1 todo el año): Sería la opción más próxima a la hora solar y la que recomiendan la mayoría de expertos en cronobiología. En Galicia, significaría que en invierno el sol saldría entre las 8:30 y las 9:00 de la mañana, como ocurre actualmente, y se pondría alrededor de las 18:30. En verano, sin adelantar el reloj, los atardeceres se producirían antes —hacia las 21:00 en lugar de las 22:00—, pero las mañanas ganarían luz más temprano.

Esta opción favorecería a los madrugadores y a quienes trabajan o estudian con luz natural. Podría, sin embargo, acortar las tardes de ocio y restar atractivo a las actividades al aire libre, especialmente en la hostelería y el turismo, sectores que en Galicia se benefician de los largos atardeceres estivales.

2. Mantener el horario de verano (UTC+2 todo el año): Si España optase por el horario de verano permanente, el país viviría siempre una hora por delante del sol en invierno y dos en Galicia. Las tardes tendrían más luz, pero los amaneceres se retrasarían drásticamente: en A Coruña o Ferrol, el sol no saldría hasta pasadas las 9:30 en diciembre, y en algunos días rozaría las 10:00.

Eso implicaría que miles de escolares, trabajadores del campo y transportistas comenzarían su jornada en plena oscuridad. Los expertos advierten que este desfase prolongado con la luz solar podría alterar los ritmos circadianos, aumentar los niveles de cansancio y afectar a la seguridad vial y al rendimiento escolar. En cambio, los sectores del ocio y la hostelería verían reforzada la actividad vespertina, al contar con más horas de luz por la tarde incluso en los meses fríos.

Una decisión europea, un debate gallego

La propuesta española deberá debatirse en el marco de la Unión Europea, ya que el cambio horario es una medida coordinada entre los Estados miembros para mantener la coherencia económica y de transporte. Si cada país decidiera su propio horario, podría romperse la sincronía que hoy existe en vuelos, ferrocarriles o mercados financieros.

En caso de que Bruselas acepte la propuesta, España tendrá que elegir su horario de referencia. En Galicia, varios expertos llevan años reclamando el regreso al huso natural de Greenwich, argumentando que permitiría ajustar la vida social al ritmo solar real. Otros, sin embargo, advierten que adoptar UTC+0 supondría ir todavía una hora “por detrás” del resto del país, con un impacto económico y organizativo difícil de asumir.

El reloj biológico frente al reloj político

El debate sobre el cambio horario va más allá de la energía o el turismo: es una cuestión de sincronía entre la vida humana y el ciclo natural de luz y oscuridad. Galicia, situada más cerca de Portugal que de Madrid en términos de tiempo solar, se encuentra en el centro de esa tensión.

Fijar un horario único para todo el año puede parecer una simplificación, pero para Galicia supondrá, de una manera u otra, redefinir su relación con la luz. Si se mantiene el horario de invierno, las tardes perderán parte de su brillo; si se impone el de verano, las mañanas se sumirán en la oscuridad. Entre el reloj del sol y el del Estado, Galicia vuelve a estar, literalmente, a contraluz.

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