Una familia coruñesa viaja a Montenegro y acaba retenida ante el juez

"Nos sentimos indefensos: no entendíamos lo que se decía ni de qué nos acusaba"

Leticia Vázquez fue con su familia a Montenegro y acabó en comisaría | ENFOQUES

Ir de vacaciones y acabar de juicios. Es algo que Leticia Vázquez y su familia no esperaban que les pasara cuando salieron de A Coruña camino a Montenegro en una autocaravana. El pasado 17 de agosto llegaron a un parking del país balcánico donde podrían estacionar, en teoría. Pero ahí se encontraron envueltos en un malentendido con una mujer local, que terminó con la familia enfrentando graves acusaciones. No solo perdieron casi dos días de su viaje, sino que también acabaron en una comisaría de policía durante más de cuatro horas sin una explicación clara, los pasaportes retenidos hasta el día siguiente y teniendo que pagar 630 euros de fianza para recuperarlos

La odisea comenzó cuando abrieron la app Park4Night, que les indicaría el lugar donde podrían pasar la noche con su vehículo en la ciudad costera de Petrovac, al sur del país. Al llegar, pasaron por la garita y la cajera encargada del estacionamiento no solo no les advirtió que estaba lleno, sino que tampoco les indicó que el vehículo tenía unas dimensiones excesivas para las plazas disponibles. “Salió el ticket de la máquina, entramos, y apenas habían pasado dos minutos, al dar la vuelta para salir, la señora nos dice que tenemos que pagar”, explica Leticia perpleja.

Las desavenencias aumentaron rápidamente cuando la mujer, tras una acalorada discusión, llamó a la policía. A su llegada, los agentes escucharon primero a la encargada del parking, quien los acusó de intentar atropellarla, un cargo que la familia niega rotundamente. “Nosotros solo queríamos salir, pero ella se puso delante del coche y empezó a gritar”, relata la coruñesa.

Tras tratar solo con la trabajadora en el idioma local, los agentes montenegrinos solicitaron la documentación del vehículo y, luego, informaron a la familia que debían acompañarlos a la comisaría para aclarar la situación. “La policía no nos explicó nada en inglés ni en ningún idioma que entendiéramos. Solo dijeron que teníamos que ir con ellos y que si no, tendríamos un gran problema”. El policía pagó la cuota y posteriormente fueron escoltados hasta la estación de policía.

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Allí, la familia pasó la primera hora sin recibir información clara sobre lo que estaba sucediendo. La barrera lingüística hizo que la situación “fuera aún más frustrante”. Los coruñeses critican que no hayan querido mostrarse abiertos a usar herramientas de traducción o proporcionar un intérprete. “Estuvimos allí sin entender qué estaba pasando”, explicó.

Sumando irregularidades

Un total de cuatro horas en la comisaría en las que cada minuto que pasaba se iban sumando irregularidades. Desde no proporcionar toda la información de la que se les acusaba hasta poner trabas en la comunicación. Pero lo que más les inquietó fue cuando retuvieron el pasaporte de Leticia y de su padre sin justificación clara. Además de inspeccionar de arriba a abajo el vehículo y hacer soplar en un alcoholímetro al conductor sin proporcionar una evidencia clara de infracción.

Por lo tanto, al día siguiente fueron llamados al juzgado sin tener idea de los cargos. Aquí ya contaron con una traductora, pero “solo tradujo aproximadamente el 25% de lo que se discutía en la sala”, se queja Leticia. “Durante el juicio, la jueza permitió que la denunciante llamara a un testigo por teléfono, lo cual nos dejó desconcertados”, relata. Sin embargo, los turistas no pudieron presentar ninguno. Por ello, pidieron que se enseñaran las cámaras, a lo que se les respondió: “Hay, pero no hay'”. Asombroso.

La sensación de impotencia de la familia aumentaba, especialmente cuando la demandante presentó un certificado médico en el que no constaban lesiones graves. Únicamente mencionaba niveles elevados de presión arterial y glucosa. Cierto es que la hipertensión y la hiperglucemia son condiciones serias que requieren atención especial; sin embargo, no queda completamente claro que estas afecciones estén directamente relacionadas con los hechos en cuestión.

“Finalmente, preguntamos a la jueza cuánto debíamos pagar para recuperar nuestros pasaportes y pagamos los 630 euros”, relata Leticia. Ella espera que la próxima audiencia, que se celebrará el 18 de octubre, sea más justa y se resuelva satisfactoriamente con la representación de la familia española a través de su seguro de viaje. No está claro si les reembolsarán el dinero, pero las calamidades que les hicieron pasar y el tiempo perdido sí que son impagables.

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