Durante más de dos siglos, el mundo tuvo tres “Galicias” a uno y otro lado del charco. Nuestra Galicia, la que los griegos conocían como kalaikói y que bajo la administración romana fue Gallecia, ya la conocemos, ¿pero qué hay de las otras dos? El hecho de que el mundo haya albergado tres “Galicias” durante siglos no es fruto de una relación directa entre ellas, sino de procesos históricos independientes que dieron lugar a la repetición del mismo nombre en diferentes lugares.
En el corazón de Europa del Este, entre las actuales fronteras de Polonia y Ucrania, se encuentra nuestra primera parada: Galitzia. Durante siglos, Galitzia fue un cruce de caminos entre Europa Occidental y Oriental, un lugar donde convivieron diversas culturas, religiones y pueblos, incluyendo polacos, ucranianos, judíos, alemanes y austríacos. Pero, ¿cómo es posible que una región situada a más de 3.000 kilómetros de Santiago de Compostela comparta un nombre tan similar al nuestro? La respuesta, sin embargo, no está en una conexión histórica, sino en una curiosa coincidencia etimológica. Mientras que la Galicia española deriva del latín Gallaecia, en referencia a los pueblos celtas que habitaban la zona en la antigüedad, el nombre de Galitzia proviene de la ciudad de Halych (a su vez tiene raíces en la palabra eslava halka, que significa “cuervo”), uno de los centros políticos y culturales más importantes de la región durante la Edad Media.
En el siglo XII, Halych se convirtió en la capital del Principado de Galicia, un territorio que más tarde se unió al vecino Principado de Volinia para formar el Reino de Galicia-Volinia. Este reino, que existió entre los siglos XIII y XIV, fue un estado eslavo oriental que jugó un papel clave en la resistencia contra las invasiones mongolas y en la consolidación de la identidad ucraniana.
Aunque el reino desapareció en el siglo XIV, el nombre perduró, adaptándose a las lenguas y culturas que dominaron la zona a lo largo de los siglos. El nombre de Galicia adquirió una nueva dimensión en 1772, cuando la región fue anexionada por el Imperio Habsburgo durante la primera partición de Polonia. Los austríacos rebautizaron el territorio como Reino de Galitzia y Lodomeria, un nombre que combinaba las referencias históricas a Halych (Galitzia) y Volodímir (Lodomeria).
Sin embargo, el siglo XX trajo consigo tragedias que marcaron para siempre a Galitzia. Las dos guerras mundiales, el Holocausto —que acabó con gran parte de su población judía— y los conflictos étnicos dejaron heridas profundas. Tras la Segunda Guerra Mundial, las fronteras se redibujaron, y Galitzia quedó dividida entre Polonia y la Unión Soviética, una división que persiste hoy entre Polonia y Ucrania. En el lado polaco, ciudades como Cracovia y Rzeszów conservan un rico patrimonio arquitectónico y cultural. Cracovia, antigua capital de Polonia, es un símbolo de resistencia y renacimiento, mientras que Rzeszów se ha convertido en un importante centro económico y logístico.
En Ucrania, Lviv es el corazón cultural de Galitzia. Con sus calles empedradas, sus iglesias barrocas y su vibrante vida cultural, la ciudad es un testimonio vivo de la herencia multicultural de la región. Sin embargo, la sombra de la guerra con Rusia ha convertido a Lviv y a toda la Galitzia ucraniana en un refugio para desplazados y un símbolo de la resistencia ucraniana. La región, que durante siglos fue una encrucijada de culturas, se ha convertido en un puente humanitario y logístico para Ucrania. Desde aquí parten convoyes de ayuda hacia el este, y es aquí donde miles de personas han encontrado refugio.
Una conquista violenta
La historia de la otra Galicia, Nueva Galicia, comienza en 1531 con la expedición de Nuño Beltrán de Guzmán, un conquistador conocido tanto por su ambición como por su brutalidad. Con el objetivo de expandir el control español sobre el occidente de la actual México, emprendió una violenta campaña en la que sometió a los pueblos indígenas de la región.
Beltrán de Guzmán nombró a la primera ciudad que fundó como Villa de Guadalajara, en honor a su ciudad natal en España. Inicialmente, bautizó los territorios conquistados con el pomposo nombre de “Conquista del Espíritu Santo de la Mayor España”, pero la emperatriz Isabel de Portugal, consorte de Carlos V, no estuvo de acuerdo con esta denominación. Así, mediante una Real Cédula emitida en Ocaña (España) el 25 de enero de 1531, ordenó que el territorio fuera denominado “Reino de la Nueva Galicia” y que se fundara una ciudad con el nombre de “Santiago de Galicia de Compostela” (hoy conocida como Compostela). Años más tarde, por decisión de Cristóbal de Oñate, la capital fue trasladada a la ciudad de Guadalajara.
Durante el periodo colonial, Nueva Galicia creció rápidamente gracias a la explotación minera, especialmente de la plata. Esto convirtió a la región en una de las más prósperas de la Nueva España, atrayendo colonos españoles y aumentando la presión sobre las poblaciones indígenas. La resistencia de estos pueblos culminó en la Guerra del Mixtón (1541-1542), una rebelión liderada por los caxcanes y otros grupos indígenas, que puso en jaque a las fuerzas coloniales antes de ser sofocada con brutalidad.
A pesar de su crecimiento económico y su importancia estratégica, Nueva Galicia dejó de existir como entidad política tras la independencia de México en 1821. En 1824, el territorio fue reorganizado en los actuales estados de Jalisco, Zacatecas, Nayarit y Aguascalientes, desapareciendo así su denominación histórica.
¿Cuánto tiempo coexistieron las tres Galicias?
El primer período de coexistencia tuvo lugar entre 1531 y 1349. Durante 182 años, la Galicia española, la Nueva Galicia mexicana y el Reino de Galitzia-Volinia compartieron su denominación. Este último fue un estado eslavo medieval que llegó a consolidarse como un reino independiente, resistiendo invasiones y desarrollando una identidad propia. Sin embargo, en 1349, la expansión del Reino de Polonia supuso la anexión de Galitzia-Volinia, marcando el fin de su existencia como entidad política autónoma y, con ello, la desaparición de una de las tres Galicias.
El segundo período de coincidencia se produjo entre 1772 y 1824, cuando el Imperio Austrohúngaro estableció el Reino de Galitzia y Lodomeria tras la primera partición de Polonia. En este tiempo, Nueva Galicia continuaba existiendo como entidad del Virreinato de Nueva España. Durante estos 52 años, el nombre de Galicia volvió a aparecer en tres lugares distintos, vinculando de nuevo a Europa y América a través de un legado compartido. En total, las tres Galicias coexistieron durante aproximadamente 234 años en distintos momentos de la historia.