La Real Academia Galega (RAG) ha presentado una nueva edición de su Guía de Apelidos Galegos, en la que advierte de que un 16% de los apellidos gallegos están registrados en su versión castellanizada. Este porcentaje incluye algunos de los más comunes, lo que les da una mayor presencia en la sociedad y refuerza la percepción de que estas formas son las únicas existentes.
El anuncio se hizo en un acto en la Facultad de Filología de Santiago de Compostela, donde intervinieron Víctor F. Freixanes, presidente de la RAG, y Ana Boullón, académica y coordinadora de la guía. Durante la presentación, Boullón recordó que desde 1999 la legislación permite a cualquier persona solicitar la corrección de su apellido en el registro civil, recuperando así su forma original en gallego. Para facilitar este trámite, la nueva guía incluye información específica sobre cómo hacerlo, además de datos sobre la frecuencia y distribución de los apellidos en Galicia.
Un caso claro de esta castellanización es el de Otero, que aparece en los registros con más de 40.000 inscripciones en su versión en castellano, mientras que su forma gallega, Outeiro, apenas llega a 300. Algo similar ocurre con otros apellidos como “Doporto”, que en su forma original sería “Doporto”, o “Villar”, que en gallego debería escribirse como “Vilar”. Esta transformación no solo ha afectado la ortografía, sino también la pronunciación, lo que ha contribuido a la pérdida de muchas de las formas originales.
La nueva edición incorpora 4.500 apellidos
La guía actualizada amplía notablemente el contenido de la versión anterior de 2016. Mientras aquella recogía 1.500 apellidos, la nueva edición incorpora 6.000, lo que permite cubrir casi al 95% de la población de Galicia. Además, ahora está disponible a través de un buscador en línea, lo que facilita su consulta y supone una mejora respecto al formato en papel o PDF de la versión anterior. En el proceso de elaboración de esta guía, se han utilizado bases de datos de instituciones oficiales, registros históricos y estudios filológicos previos, lo que permite ofrecer una información detallada sobre la evolución de los apellidos a lo largo de los siglos.
Desde la RAG explican que los apellidos en Galicia tienen un origen muy antiguo, remontándose al menos hasta la Edad Media. En sus inicios, podían cambiar de generación en generación, pero con el tiempo se fueron consolidando como hereditarios. Además de los patronímicos y los toponímicos, existen apellidos vinculados a características físicas o personales, como “Moreno” o “Rojo”, que en gallego corresponden a “Moreno” y “Vermello”, respectivamente.
Presión lingüística y la burocracia
La castellanización de los apellidos no es un fenómeno reciente. Según Ana Boullón, el proceso comenzó en el siglo XVI, cuando el gallego dejó de usarse en la escritura oficial. la generalización de los registros, tanto los religiosos como los civiles, tuvo peso en este proceso, que “afectó en mayor medida a los nombres que a los apellidos”.
A lo largo de los siglos, la presión lingüística y la burocracia han sido los principales factores que han consolidado estas formas castellanizadas, aunque la RAG reconoce que hubo una cierta voluntad de respetar los apellidos originales dependiendo del escribiente o de la institución en la que se hiciera el registro. En lugares como Tui, por ejemplo, la castellanización fue especialmente intensa, mientras que en otras zonas rurales la influencia fue menor y se han conservado más formas en gallego.
Con la publicación de esta nueva guía, la RAG busca no solo documentar el origen de los apellidos gallegos, sino también facilitar que quienes lo deseen puedan recuperar su forma original. La Academia destaca que el proceso de corrección en el registro civil es relativamente sencillo, aunque todavía existe cierto desconocimiento sobre esta posibilidad. Por eso, esta iniciativa no solo tiene un carácter lingüístico, sino también social, ya que busca reforzar el vínculo de las personas con su identidad y su historia familiar.